Me vestí de negro.
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Hoy me vestí de negro.
2020. Me siento triste. Es una tristeza inexplicable. Estoy en mi oficina tratando de trabajar, pero hay algo que ronda mi cabeza. Pienso en mi como mujer, pienso en todo lo que tengo que decir y que no ha sido escuchado, que ha sido minimizado y que ha sido tachado de intenso. El día de ayer fue 8 de marzo, el día donde se celebra a la mujer, y ha sido un bombardeo masivo en redes sociales y medio de comunicación, donde muchas y muchos levantan sus voces para reconocer y conmemorar este día. Además, en mi país, se ha hecho un movimiento el día de hoy, 9 de marzo. Este movimiento trata de concienciar la importancia y valor de las mujeres y además es un recordatorio de todas aquellas mujeres que han sido calladas, acosadas, violentadas física y psicológicamente, violadas, torturadas y asesinadas por el simple hecho de ser mujer. Esta última frase me revuelca el estómago, “el simple hecho de ser mujer”.
A lo largo de mi vida, dentro de estos 27 años, puedo decir que yo he sido violentada psicológicamente, desde pequeña, personas a mi alrededor me hicieron creer que por ser mujer debía actuar de cierta manera, me hicieron creer que callada era la mejor manera de mostrar mi feminidad, que mi máxima aspiración en la vida era casarme y formar una familia. Después en mi adolescencia experimenté está vergüenza por no pertenecer a cierto canon de belleza, a no pertenecer a cierta clase social y por primera vez un “hombre” ultrajo mi cuerpo sin mi consentimiento, aludiendo que soy un objeto que puede ser tocado solo porque sí. Y ahora en mi adultez he tenido suficiente, me han tachado de loca, de intensa, de terca, me han manipulado, me han mentido, me han rechazado, me han hecho creer que la del problema soy yo. Que mi problema es ser mujer.
Que por el simple hecho de ser mujer, no tengo la capacidad suficiente para coordinar un proyecto, ni soportar el estrés de tener mi negocio propio.
Que por el simple hecho de ser mujer, tengo que soportar desplantes y si no los tolero soy una inmadura.
Que por el simple hecho de ser mujer, no tengo ningún derecho de expresar mis sentimientos y dolores, y si los expreso soy intensa. Así que mejor callada hijita.
Que por el simple hecho de ser mujer, tengo que ser la virgen María, perfecta e inmaculada, sin mostrar una pinta de fragilidad ante los ojos de mi hijo. Porque si soy así la ley me puede quitar la custodia.
Que por el simple hecho de ser mujer, tengo que aceptar que mi apellido vaya de segundo, y si no lo acepto estoy loca.
Que por el simple hecho de ser mujer, debo de sentir miedo de caminar sola por las calles.
Que por el simple hecho de ser mujer, el único valor de mi cuerpo es el representar una incubadora.
Y podría mencionar aun más casos por lo que he pasado, pero el punto de todo esto, es que no soy la única, cada mujer de mi familia, de mis amigas, de mi entorno y en el mundo ha sufrido algún atropello, nos han llamado locas, intensas, tratada como una posesión, violadas, golpeadas, asesinadas. Y todo por el simple hecho de ser mujer.
Hoy me vestí de negro, porque de verdad siento una tristeza profunda por lo injusto que es este mundo con las mujeres, es un duelo que llevo cargando desde que nací como mujer, y porque por 27 años no me he sentido libre en las calles, no me he sentido libre de expresarme, no me he sentido libre para ser mujer. Porque al parecer ser mujer es una condición, una condición que pesa en pleno siglo XXI.