Fluoxetina
- Betsaida Payán
- 17 jul 2020
- 1 Min. de lectura
Tengo en la mano una caja de fluoxetina, pensando si tomar mi dosis diaria o no.
Me puse a escribir.
En un año presencié la vida y la muerte. En un año presencié lo más natural en nuestra existencia aquí. Llorar y reír de felicidad, llorar y reír de dolor.
Hoy las cosas me parecen sin sentido, se que es un día de esos malos, donde mi cerebro no da para más. También se que esto pasará, eventualmente tendré un día bueno. Posiblemente mañana.
Esta semana mi terapeuta me dio de alta. Sentí euforia, tenía cerca de 3 años en terapia, y de alguna manera por primera vez en mucho tiempo me sentí liberada. Curioso, recordábamos que recién llegaba, cada sesión me la pasaba llorando, incluso me comentó, "te veías chiquita". Ahora, hace tres días, mientras me decía "te ves muy bien, no creo que sea necesario que nos sigamos viendo" yo ocultaba mi sonrisa detrás de un cubrebocas. "Fucking pandemia", un día de los más felices y lo ocultó bajo un trapo que hace sudar.
Hace días comencé a leer el libro de la mutaciones. Recuerdo haberte dicho, "léelo, habla sobre el cambio". Lo único inmutable es que todo es mutable.
No alcanzaste a leerlo. Hoy te recuerdo más de la cuenta. Tal vez son mis ganas de contarte como va G, hoy se ha portado necio, incluso lo desconozco. Pero bueno nunca terminamos conociendo a nadie.
Hace media hora tome la pastilla. Ahora quiero dormir.
Y aquí te va.
Gracias, mi alma te acompaña donde quiera que estés. Somos fuertes, somos valientes, somos, siempre seremos. En esta danza infinita llamada vida y muerte.
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